miércoles, 17 de diciembre de 2008

Musica Disco 1980



La versión oficial es que la disco se extendió con rapidez y se disolvió todavía más rápido.


La disco restableció la relación de la música popular con una liberación física a través de un ritmo tan elemental que cualquiera podía sentirlo. Al recordar al público que podía dedicarse a disfrutar las sensaciones del momento, la música disco consiguió que su propio cuarto de hora durara mucho más que lo previsible.


La era de la disco nunca terminó; sólo su nombre desapareció. Sólo los cortes de pelo se volvieron obsoletos.La música para bailar, el alias actual de la disco, sigue llenando clubes en todas partes, tanto aquí como en Tokio, y el ritmo de la disco, esos golpes sordos que los disc jockeys llaman el cuadrado, sigue siendo el común denominador de la música, nada sutil, pero sumamente efectivo.


Los temas disco de fines de los años setenta están presentes en las diferentes bandas, además de haber sobrevivido como música para bailar. Prácticamente todo aquello por lo que se vilipendió a la música disco -el ritmo monótono, los sonidos tramposos, su carácter olvidable, la superficialidad, el énfasis en su función física en detrimento del contenido, el concepto de la música como mera diversión tonta, para no hablar de sus vertientes gay- se atrincheró en la música popular, de los Backstreet Boys a Mary J. Blige, de Ricky Martin a Beck. La música disco, que fuera objeto de burla y calificada de superficial y sintética, ha echado raíces.


Había estado presente desde mediados de los años setenta en las fiestas y clubs de hombres gay, donde los disc jockeys buscaban temas que impulsaran a la gente a la pista de baile. Se inclinaban por un ritmo más básico que el de los temas elaborados del funk de comienzos de los setenta, y apreciaban a aquellos cantantes que eran melodramáticos. También les gustaban los pasajes instrumentales con interludios puramente rítmicos, que iban mezclando en sendas bandejas a los efectos de que la gente siguiera bailando.

A medida que la música disco crecía, los productores que convertían sótanos en estudios y vendían los discos en sus autos empezaron a prestarle atención. Los siguieron los grandes sellos discográficos, con lo que los temas salieron del ambiente gay y llegaron a las radios. La disco se volvió más premeditada que fortuita. Se evitó el tedio del cuadrado mediante bajos sincopados y una percusión latina. También se hizo cosmopolita y abrazó la electrónica europea, la guitarra rítmica funk, los arreglos de las grandes bandas y un ritmo carnavalesco. Antes de que pasara mucho tiempo, la disco se había vuelto glamorosa. Era la música del jet set. Sonaba entre cintas de terciopelo rosa para la elite neoyorquina en clubes como el Studio 54 pero, al mismo tiempo, era accesible a todos en los negocios o a través de la radio.Hubo, sin embargo, una airada reacción por parte de algunos: los admiradores del rock y los jeans, que querían que su música sonara natural, auténtica y artesanal.Mucho después de que Pet Sounds y Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band se valieran del estudio de grabación como lugar donde crear ilusiones, la mayor parte del rock seguía ocultando los artificios de la grabación e intentaba que los temas sonaran como versiones mejoradas de las que se escuchaban en los recitales.


La música disco, sin embargo, como su nombre lo indica, endiosó la grabación.La música tenía que sonar bien en las bandejas, no en el escenario, donde la mayor parte de los intérpretes terminaba haciendo playback. La disco nació envasada y nadie pretendía que fuera otra cosa. El rock había pasado una década insistiendo en que se trataba de arte, no de una actuación. Luego llegó la disco y se declaró farsa.La música disco tuvo efectos impensados en las carreras. A excepción de unos pocos intérpretes como Donna Summer, la gente se acostumbró a seguir a productores como Giorgio Moroder, Nile Rodgers o Gramble y Huff. Con el tema y el ritmo adecuados, la música disco ofrecía a las minorías y sectores marginados (negros, hispanos, gays, cantantes mayores, intérpretes gordos) una vía para hacer oír su voz, si bien por un breve período, de manera masiva.La disco fue acusada de convencional, mecánica, artificial, olvidable. Todo eso es verdad, pero resulta irrelevante cuando las luces centellean y las bolas de espejos comienzan a girar.


En realidad, la disco tuvo manifestaciones muy variadas, lo cual hizo posible la existencia de éxitos tan distintos como el funk cameruniano de Soul Makossa, de Manu Dibango; el tema con reminiscencias de gospel Dont Leave Me This Way, de Thelma Houston; el pop novedoso de Boogie Oogie Oogie, de A Taste of Honey; el soul orquestado de Use Ta Be My Girl, de OJays, y el severo minimalismo de Trans-Europe Express, de Kraftwerk.rupos como Village People agregaron el doble sentido de la cultura gay, con lo que la disco vino a representar un pacto tácito entre los estilos gay y heterosexual: no se pregunta nada, sólo se baila. La historia de amor de la película Fiebre de sábado por la noche dio a la música disco un rostro heterosexual e insistió en que, sí, los hombres heterosexuales podían bailarla. Con las imágenes tranquilizadoras de John Travolta y los tres hermanos Gibb enfundados en trajes blancos, la banda sonora de Fiebre..., pasó a ser el álbum más vendido de la historia hasta 1982, cuando apareció Thriller, de Michael Jackson. Estrellas del rock como David Bowie y los Rolling Stones comenzaron a adoptar el ritmo de la música disco como quien se pone una camisa de poliéster nueva.Sin embargo, cuando surgieron las radios de música disco y la industria discográfica se lanzó al ruedo, el público respondió con una sorpresa. La gente tomó conciencia de que la mayor parte de los temas disco era tan efímera como la noche pasada en la pista de baile y decidió que era más sensato y barato escuchar los últimos temas en la radio o en los clubes, que coleccionarlos.Las empresas discográficas vieron como caían sus ventas de 726,2 millones en 1978 a 575,6 millones en 1982. En lo que respecta a los Grammy, la categoría Mejor Grabación Disco duró exactamente un año (la ganó I Will Survive, de Gloria Gaynor) y luego se la eliminó silenciosamente.


Los rockeros creyeron que habían ganado la guerra del estilo y una vez más hicieron sonar Stairway To Heaven.No se imaginaron lo que pasaría. La música había devuelto a la gente la capacidad de pasarla bien sin la seriedad del rock.


El punk, que nació por la misma época, conquistó el monopolio del impulso rebelde y estridente del rock, pero la disco afianzó el placer y la diversión.Así como los éxitos disco de mediados de los años setenta conjuran ahora una era de hedonismo presida y su popularidad se hace evidente en las bandas sonoras del cine, el ritmo del cuadrado sobrevive como sello del pop.En su mejor momento, la música disco también indicó que en la democracia de las pistas de baile no importaban las clases, razas y preferencias sexuales, si bien juventud y belleza eran algo imprescindible. Fue una utopía de plástico, pero también un buen lugar para ir de visita.Durante los ochenta, los sintetizadores primitivos que usaban los productores se hicieron más complejos y flexibles, lo que permitió que la música se volviera más mecánica y menos realista, una suerte de excursión al reino fantástico del sonido.Surgían estilos que iban adquiriendo su propio nombre con un vertiginoso esnobismo especialista: electro, latino, house, tecno. Hasta el rock industrial, que mezclaba la actitud del punk con ideas de ciencia ficción, era música envasada destinada a la pista de baile.Rockeros de la era punk como Blondie y Talking Heads se permitieron el uso del cuadrado cuando se declaró la muerte de la música disco.


En todos los géneros hubo intérpretes cuyos temas reaparecieron con el agregado de un acusado ritmo bailable.Madonna fue creciendo en la década del ochenta sin catalogarse nunca como disco, pero su música llegó de los clubes a los charts y su exploración de la cultura gay la convirtió en la reina de las discotecas de la década. Debido a su característica de música envasada, la disco anticipó la era del video musical. En la actualidad, prácticamente toda banda que quiera tener éxito debe aceptar el envase del video. En el proceso, tiene que resignarse a mover los labios con el acompañamiento de su música grabada, al igual que una diva de la disco haciendo playback en una presentación. Lo que en los años setenta parecía artificial, ya no es nada notable; es sólo la forma en que se hacen las cosas.El rock artesanal no ha desaparecido. El escenario sigue siendo un espacio vital para las bandas punk, hard rock, country y rap metal. En los noventa, sin embargo, tiene que competir con música que utiliza los métodos de la disco: repetición, sonidos sintéticos, ritmos mecanizados, cantantes estereotipados.Las bandas de rock no descartan necesariamente ninguno de estos métodos en el estudio. Después de todo, también tienen percusión. Lo que prevaleció fue la actitud de los disc jockeys respecto de la información sonora, ya que tanto las bandas como los productores, arregladores y compositores coinciden en que lo único que cuenta es lo que sale de los parlantes.rupos electrónicos actuales como los Chemical Brothers, así como disk jockeys y programadores como Paul Oakenfold, fusionan temas sólo para fragmentarlos después. Pulsan una cuerda y expanden ese sonido hasta que llena el lugar, usan un golpe de percusión para conseguir que los bailarines griten casi por reflejo. Es música envasada y repetitiva, pero ignora la estabilidad y la reiteración. Lo que importa es la experiencia inmediata, un perderse en la euforia del momento.Se trata de una aproximación primaria a la música, que no tiene ninguna relación con la reflexión, el juicio ni la posteridad. A pesar de su carácter contagioso y sus clisés, de su tosquedad y banalidad, la música disco buscaba en los años setenta algo a lo que el rock, con su creciente nivel de conciencia, ya casi había renunciado: moverse, sacudirse y disfrutar del amor.
The New York Times

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