martes, 23 de septiembre de 2008

ARTE DE BOLIVIA


La historia del arte boliviano, como la de todas las antiguas civilizaciones americanas, trasciende a los objetos considerados arte desde la cultura occidental, a producciones que se enmarcan dentro del concepto de artesanías o arte popular. Esto es cerámicas, objetos de culto religioso, tejidos, etc. objetos con una finalidad de uso práctico que a su vez conllevan una gran carga simbólica y estética. Esto es porque las antiguas culturas precolombinas ni siquiera contaban en su vocabulario con un término similar al de arte. El estudio de estas "producciones simbólicas" ha contribuido al ensanchamiento de la categoría arte, ya no es un concepto cerrado como en otros tiempos e incluso hoy en día implica una permanente reformulación.
Así es como por ejemplo podemos tener conocimiento de la cosmovisión del pueblo aymara a través del estudio de sus tejidos y los colores que en ellos utilizan. Los colores, más allá de su configuración física son percibidos, organizados y valorados de manera diferente por cada cultura. Y la sociedad aymara, como cualquier otra, posee su propio sistema de significación en torno a ellos. Es por eso que este uso diferente a nuestra cultura es relatado por los visitantes a esta región como una superabundancia de color, la sensación de estar en mundo de muchas luces y sombras que impresionan los sentidos.
En la cultura aymara el lenguaje plástico: forma – color, es un verdadero sistema de significación. Los colores, las formas, el modo en que son organizadas las composiciones "dicen cosas", conllevan un mensaje.
EL ejemplo más claro es el color en las vestimentas de hombres y mujeres para diferenciar los distintos grupos aymaras. Estos grupos herederos de un pasado prehispánico en el que existían distintos señoríos y reinos ocupan actualmente un determinado territorio y poseen un nombre propio (pakajes, machas, karankas, chichas, ect) Cada una de ellas posee su propio traje con determinadas combinaciones de colores y formas que los hace reconocibles a simple vista. La ropa de cama también conlleva un simbolismo: a los niños se los cubre con mantas de lana natural blanca (wawa chusi) que evocan la indeterminación, la ausencia de determinaciones y de marcas, puesto que no están cruzadas por ningún otro color. Por su parte los matrimonios deben usar, como parte de las frazadas que les sirven de colchón una muy gruesa llamada chusi que tiene como característica la asimetría en el ordenamiento de los colores en cada mitad, representa a cada uno de los sexos. A su vez tiene una particularidad en la confección y es que no tiene la unión cosida típica de las confecciones de telares aludiendo a la inseparabilidad del vínculo.
También se usan frazadas "coloras" (con colores teñidos) para pedir la mano de la novia o en los partos. Estas tienen varias listas de colores degradados que simbolizan la conjunción de la luz.
Son las cualidades de los colores los que permiten su articulación y empleo. Aspectos tales como su opacidad o su brillo, su pureza o su impureza, su valor (en relación a la cantidad de sombra o luz que posean). No se trata de que cada color tenga un significado absoluto e inmutable (los tarabuco utilizan el azul para el luto mientras que para los macha significa otra cosa). Las significaciones se dan por las combinatorias.
Hacen una división entre los colores naturales (animales: llamas, vicuñas de color negro, blanco, café) utilizados para elementos propios de las labores de pastoreo y los colores teñidos, derivados del arcoiris (rojo, amarillo, azul,) empleados en agricultura y en rituales. Los teñidos aparecen asociados al contexto cultural y los naturales al contexto de la naturaleza. También los diseños tienen una significación, por ejemplo los diseños verticales con colores contrastados llamados allqa representan una capacidad aguda de percepción visual e intelectual que los aymara destacan directamente como una característica de la cultura.
Otro aspecto de la cultura aymara en el que se puede indagar a través de los colores es la relación pasado – presente. La relación con el pasado no es cronológica sino una de las formas de reflexionar sobre su cultura y sociedad.
A lo largo de todo el altiplano se narra, con algunas variantes, un mismo mito originario en el que antiguos habitantes eran una humanidad de baja estatura que vivían en cuevas o pequeñas casitas de piedra. Esta humanidad carecía de los conocimientos que caracterizan a la cultura aymara, pero a cambio poseían la capacidad de dialogar con los cerros, las piedras y hacer que ellos le obedecieran. Tenían un poder mágico que luego se perdió.
Una característica de esta edad es que carecía de luz o esta era difusa o tenue. En algunos lugares se afirma que no había sol, en otros que el sol era de cobre. Coinciden en que había una penumbra permanente, que dificultaba cualquier percepción nítida y precisa de las cosas, una luz azulada que hacia todo borroso, fundiendo los colores.
Los tonos opacos, los objetos de un solo color o sin bordes nítidos, los tejidos monocromos, con muchos flecos o muy peludos, en definitiva todo lo que dificulta una visión precisa son utilizados para significar este mundo del pasado y que es también, el otro mundo, el de lo mágico, de las divinidades, etc. De allí que en los ritos funerarios se utilizan colores poco contrastados.
Illa, el resplandor, es una categoría que abarca a los metales, piedras preciosas, al relámpago o a los ojos de los felinos como objetos que irradian una luz no solar. Elementos que irradian luces y colores del interior, evidenciando con ello su estrecha relación con el pasado.
Chàmak, lo oscuro, es otro término que evoca ese pasado. Para referirse a ese tiempo antiguo suelen decir chamak pacha : el tiempo oscuro. Es la sombra, la ausencia de luz, representada valóricamente por el negro como color. Se produce una asociación entre el pasado, lo oscuro y la capacidad de sabiduría mágica. Hay un sugestivo vínculo entre el urku, vestido femenino, de un solo color, generalmente negro y sobre el cual se ponen el aksu, que sí lleva normalmente mucho colorido. Aún no ha sido explorada esta relación entre lo femenino, el pasado y lo mágico.

Así, según el mito, con la llegada del sol, se inicia un nuevo mundo marcado por la alternancia de luz y sombra, por las diferencias visuales que se pueden establecer entre los colores, todo lo cual caracteriza el presente de la sociedad aymara. El mundo del pasado no ha desaparecido totalmente, se hace presente en las horas del crepúsculo y la aurora. Es la amenaza permanente de la pérdida de la capacidad de percepción, de la agudeza mental y la variedad tonal con la que el pensamiento aymara quiere caracterizar su propia cultura. Pasado y presente se presuponen mutuamente.
Allqa es un tipo de diseño en el que se da contraste de colores sin intermediaciones, esta misma palabra es utilizada también para nombrar animales cuyo pelaje tiene manchas simétricas contrastantes, o también el traje rojo y verde utilizado por los "diablos" en las festividades populares, también son allqas las lagunas subterráneas con aguas "roja y verdes", nombra muchas cosas diferentes pero todas tienen en común una situación de contraste. En ocasiones los tejidos funerarios presentan estas franjas de colores contrastantes sin intermediarios que atenúen el efecto. La oposición de los colores implica una ruptura, el caos o la muerte.
Hay otro tipo de combinaciones de colores tejidos, llamados Kisas en lso que se forman escalas cromáticas por medio de la degradación de la luz de más oscuro a más claro. En general se utilizan colores teñidos, que tienen su origen mítico en el arco iris. No hay contraste sino mediación. Las Kisas cumple la función de transito, de conector, por eso son utilizadas en ciertos rituales como los partos o pedidos de mano. Las Kisas son considerados lo más hermoso que se puede tejer, representan la luz en el tejido, es por esto mismo que deben ser controladas. Hacerlas pequeñas o segmentadas, e incluso se introducen pequeños diseños angulares que interrumpen la articulación en arcoiris. Consideran que lo excesivamente bello conlleva un peligro, ya que la mirada y los sentidos pueden extraviarse en su contemplación.
SOBRE EL ACTUAL PUEBLO AYMARA
Son uno de los pocos pueblos precolombinos que se mantienen unidos por sus lazos culturales. Comparten una lengua, el aymará, gramaticalmente parecido al quechua, que expresan casi 1.600.000 personas
Ésta comunidad se identifica con sus propias bandera las wiphalas, que constan de cuarenta y nueve cuadros de siete colores, diferenciándose de los símbolos estatales.
Evo Morales representa la victoria de la cultura aymará en suelo boliviano, al haber ganado la máxima autoridad del estado, en las elecciones de 2005, por el Movimiento al Socialismo.