jueves, 21 de mayo de 2009

EL CRISTO MUERTO DE HOLBEIN

Este cuadro suscita en el que lo observa ante todo un golpe emocional. Se nos manifiesta como la presencia de algo terrible, oscuro, encerrado, vacío y asfixiante a la vez. Provoca horror o compasión, nunca indiferencia.
Estamos hablando del “Cristo en el sepulcro” pintado por el pintor alemán Hans Holbein en el año 1522, que originalmente se encontraba en la base de un altar y hoy en día en el Museo de Bellas Artes de Basilea.
El intentar desentrañar su sentido conlleva una polémica, iniciada quizás por Dostoyevski que a través de la voz del príncipe Myshkin (en su obra “El Idiota") dice "…¡este cuadro!... ¡este cuadro! ¿Pero no sabeis que al mirarlo un creyente puede perder la fe?”.
La pintura representa a Cristo en el sepulcro de tamaño natural, el cuadro mide dos metros de largo por solo 30 centímetros de alto, y este no es un dato más porque su formato, sumado a distintos elementos formales que iremos analizando determinan su atmósfera y su sentido.
Dijimos que la primera impresión que se tiene del cuadro es estar frente a algo oscuro, encerrado y asfixiante. La marcada horizontalidad, la escasez de espacios vacíos, el tamaño de la figura y la paleta elegida son los que están generando estas cualidades, y al mismo tiempo se conectan con el sentido más profundo de esta obra.
Ya ha sido sacado de la cruz, el rostro lleva la expresión de un dolor sin esperanza, la mirada vacía, el perfil acerado y la piel son los de un hombre realmente muerto. La representación sin disimulo de la muerte humana, la puesta al desnudo casi anatómica del cadáver, comunica a los espectadores una angustia insoportable delante de la muerte de dios, con la ausencia total de referencia a la trascendencia, la resurrección.
El patetismo con el que está representado el sufrimiento de Jesús se diferencia de las representaciones de pintores italianos de esa época donde se representa a cristo idealizado sin rastros de sufrimiento por los tormentos recibidos. La iconografía italiana embellece, o al menos ennoblece el rostro de Cristo en la pasión, pero sobre todo lo rodea de personajes sumidos en el dolor tanto como en la certidumbre de la resurrección, como si quisieran sugerirnos la actitud que nosotros mismos deberíamos asumir frente a la pasión.
Holbein en cambio deja a Cristo solo, muerto como hombre, con el sufrimiento, la finitud y la soledad de cualquier hombre. El techo del ataúd se cierra sobre la imagen sin ningún punto de fuga hacia el cielo, la visión desde el lateral del ataúd de alguna manera nos incluye, nos invita a participar de este enterramiento, la mirada no tiene escape más que de derecha a izquierda posándose en distintos puntos, el rostro sufriente, la herida de la lanza en el pecho, las manos crispadas. Es la visión de la propia muerte.
Esto es lo que lleva a decir a Dostoievski "lo que este cuadro expresa con fuerza es esta misma noción de una fuerza oscura insolente y estúpidamente eterna, a la cual todo se somete y que nos domina a pesar nuestro. Los hombres que rodeaban al muerto, aunque este cuadro no representa a ninguno, debieron sentir una angustia y una consternación horrorosa en esta noche que quebraba de un solo golpe todas sus esperanzas, casi su fe. Debieron separarse unos de otros víctimas de un terrible espanto, aunque cada uno abrigase en su fuero interno un pensamiento prodigioso e imposible de desarraigar. Y si el maestro hubiera podido ver su propia imagen en vísperas del suplicio, ¿habría podido caminar hacia la crucifixión y la muerte como lo hizo? Es esta una pregunta que a uno le viene una y otra vez a la mente cuando mira este cuadro..."
Esta es la interpretación de un hombre de mediados del siglo XIX, pero la del contemporáneo de Holbein, el que veía este cuadro en la iglesia cada viernes santo, sería esta? como se explicaría entonces que este cuadro ocupara un lugar en una iglesia? Esta es la polémica que me refería al comienzo, para conocer el sentido original que el artista quiso dar a su obra debemos acudir a diferentes fuentes históricas y artísticas que nos permitan desentrañar la mentalidad, la visión del mundo del hombre alemán del renacimiento. Quizás la lectura haya sido precisamente la contraria de Dostoyevski: cuanto más terrible se nos presente la muerte de cristo, más necesaria y reclamada será la resurrección.
Quizás nosotros como hombres del SXXI nos sintamos mas identificados con Dostoyevski que con aquel lejano cristiano del renacimiento... o no, cuando al reconstruir imaginariamente el momento de la muerte de Cristo acompañado de sus discípulos, sus futuros apóstoles y todos los que con fe lo acompañaron en el calvario, y se pregunta: “si la visión real del cadáver fue como la que nos propone Holbein (y este cadáver debe haber sido así) ¿cómo han podido creer que resucitaría? Los presentes debieron preguntarse ¿cómo se pude triunfar sobre algo tan terrible como la muerte? Si él que había doblegado a la naturaleza en vida, se había hecho obedecer por ella y había dicho ¡Talitha kumi! y la niña se había levantado, "¡Lázaro levántate!" y el muerto se había levantado del sepulcro? Si él mismo se encuentra en este estado, ¿que nos deparará a nosotros hombres comunes?

Bibliografía:
Julia Kristeva: “El cristo muerto de Holbein” en Fragmentos para una Historia del Cuerpo Humano, Ed. Taurus

No hay comentarios: